domingo, 22 de enero de 2012

De la empresa convencional a la empresa social

Ante la ruina empresarial que día a día nos recuerdan los políticos en los medios de comunicación resulta enferma de muerte la empresa convencional, no por las verdaderas razones de la crisis, que también, sino por  contagio de las empresas afectadas o por aquellas aprehensivas que creen tener todos los síntomas, sin fuerza para ponerse el termómetro y comprobar el diagnóstico. Estas o las otras, lo cierto es que las empresas están desganadas,  o lo que es lo mismo apáticas, decaídas , o mejor dicho en caída libre al vacío del conocimiento, por la pérdida de las emociones, de las ilusiones, incluso hasta de las necesarias  ideas para crear o innovar.

Ello me conduce una vez más a parar, coger fuerza para repostar y tratar de arrancar de nuevo, sabiendo claramente cual es mi destino (beneficio), por el camino conveniente (eficiente), ayudado por un GPS (tecnología), con un buen copiloto con el que compartir el riesgo y el éxito  de llegar a la meta (grupos de interés).

Viendo el plano de la Europa 2020, me propone tres prioridades que se refuerzan mutuamente, y su reflexión nos puede facilitar el trayecto de las empresas:
  •    Crecimiento inteligente: desarrollo de una economía basada en el conocimiento y la innovación.
  •    Crecimiento sostenible: promoción de una economía que haga un uso más eficaz de los recursos,     que sea más verde y competitiva.
  •    Crecimiento integrador: fomento de una economía con alto nivel de empleo que tenga cohesión social y territorial.

Necesitamos una estrategia que nos ayude a recuperarnos  y salir fortalecidos de esta situación económica, como modelo empresarial sostenible e integrador que facilite altos niveles de empleo y de productividad. Mi condición o mi estilo de dirección, fundamentada en la experiencia de participar en un proyecto basado en personas, me impulsa una vez más a fomentar medidas o mecanismos para incentivar la participación en el accionariado de la empresa a los que probablemente la conocen mejor, a los que saben como cambiar lo cotidiano, a los que su actitud positiva por mantener el empleo sería capaz de invertir en la empresa, si, hablo de la vinculación en el capital de la empresa por parte de sus propios trabajadores.

Debemos establecer un plan de adquisición  de acciones  que permita a los trabajadores por tiempo indefinido acceder a la condición de socio, cosa que aunque parezca increíble, no se contempla con la prioridad necesaria en la normativa vigente, en línea con criterios fiscales ya aprobados por la UE en un estudiado equilibrio entre las ventajas fiscales y la consolidación de la autonomía financiera de la sociedad, que fomenta la inversión productiva reinvirtiendo beneficios y, en un plano más elevado de compromiso social.

Esta doble condición de socio-trabajador, en el que en anterior reflexión acuñe el termino de “working partner”, es a mi modo de entender  la solución para un cambio radical en el comportamiento, la gestión, la responsabilidad  y la  ética de la misión y visión de las empresas en  el siglo XXI.

Una empresa para el futuro y el éxito de un modelo de participación mayoritario de los trabajadores en la empresa, moderno e integrado en las tendencias más innovadoras y de carácter más avanzado de propiedad y de gestión participativa y democrática en la empresa, debe estar plenamente globalizada internacionalmente, y a la vez enraizada en el propio entorno local.

Despertar la pasión por la empresa, conseguir que el “working partner” juegue con la entrega y el sacrificio que hace ganar a cualquier equipo,  trabajar para los demás sin egoísmos porque cuando gana, ganamos todos,  incluso con la responsabilidad y solidaridad de los que no han ganado, cambiando la cultura y la ideología  de las viejas empresas por una nueva  empresa social con un modelo que opta por una vida laboral integrada en el objetivo de mejorar el bienestar de las personas.

Nuevos valores con nuevas formas de liderazgo, más democrático, compartido, positivista y con emociones inteligentes. Dejemos de buscar culpables, generemos confianza, propongamos soluciones, prevenir con tiempo, diseñar estrategias, planificar acciones, etc. , que permita una empresa más democrática, participativa, competitiva y responsable, basada en el conocimiento, la innovación y la diversidad.

Una empresa social comprometida con la iniciativa del Pacto Mundial de Naciones Unidas (Global Compact) que persigue la implantación de los principios básicos de conducta y acción en materia de Derechos Humanos, Normas Laborales, Medio Ambiente y lucha contra la corrupción en las estrategias y las operaciones diarias de las empresas.

Estamos en el momento de convertir la adversidad en oportunidad, que el reparto de la riqueza y el empleo  sea más justo, que nos sintamos dueños de nuestras empresas raptadas por el mercado de los innombrables, pero sin lugar a dudas también más competitivos,  eficientes y responsables socialmente. Una empresa social con principios que terminará siendo la que garantice una sociedad sostenible y en paz que respete los derechos humanos fundamentales.

Compartida, la empresa es más.

GNV, presidente de ASESCAN

1 comentario:

  1. He compartido tu post en twitter. Hacen falta nuevos modelos y 2012 es el año internacional del cooperativismo! https://mobile.twitter.com/#!/olgafl

    Olga

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